lunes, 9 de mayo de 2011

Triatlón de Bermeo. Sábado 7 de Mayo de 2011

Después de prepararnos durante varios meses para afrontar el reto de completar un triatlón, el día había llegado. El entrenamiento ha sido cuando menos, escaso. Prácticamente no he entrenado el sector de natación, y mi bagaje en la bici ha sido muy pobre para lo que suelo acostumbrar (casi no llego a los 300 km en lo que va de año). El único sector que he entrenado más o menos adecuadamente ha sido el de carrera a pie. La verdad es que si que he notado mejoría, cuando entrenas siempre notas la diferencia.
La otra parte del entrenamiento ha sido la competición, hemos participado en tres duatlones antes de este triatlón. En general hemos mejorado los tiempos con respecto a años anteriores, pero las clasificaciones muestran que el nivel medio de todas las pruebas ha subido. El perfil de las personas que compiten en estos eventos es casi de profesional. La gente entrena mucho, más aún, la gente lleva mucho tiempo entrenando mucho.
Para los que hemos practicado un solo deporte de los tres que hay que practicar es muy complicado readaptarse. Pero hay algo que nos distingue, y es nuestra fuerza de voluntad. En eso, estamos de los primeros en la clasificación.

Por la mañana dormimos hasta tarde, desayunamos bien, salimos a dar un paseo para soltar las piernas y almorzamos pasta en abundancia. Preparamos todo con los nervios típicos, esta vez es la primera que llevamos traje de neopreno, cinta para el dorsal, gafas para el agua, etc. Todo lo nuevo hace que sea más especial si cabe, lo recuerdo como fotogramas de una película.
Llegan a casa Maite y Rubén. Marian, Marcial y Nisio van directos a Bermeo. Llevamos al equipo al completo al evento. Es el primer triatlón, necesitamos todos los ánimos posibles. Cargamos todo al coche y rumbo a Bermeo.

El paisaje es cada vez más verde. Subimos el alto de Sollube y ya vemos el mar, el puerto. Allí es donde vamos a librar la batalla más importante del día. El agua es un medio nuevo para nosotros. El límite de tiempo es de 25 minutos en ese sector. Necesitamos llegar a tiempo. Si salvamos ese obstáculo, la bici nos ayudará a remontar (“es nuestra aliada”, que diría Rubén).
Después del lío de buscar aparcamiento cogemos los dorsales y nos preparamos. Siempre pensamos que vamos con tiempo de sobra pero al final todo son prisas, que si me meo, que si dónde está el imperdible. A estas alturas empieza esa procesión típica de antes de la competición. Lo haces todo sin darte cuenta de qué haces. Ni siquiera de que lo estás haciendo. Llamada de última hora a los managers, nos hemos dejado los neoprenos en el coche. La experiencia en un grado, y no tenerla siempre pasa factura. Llega el resto del equipo. Últimos ánimos, nos embutimos en los trajes, y hacia la salida.

Suena la banda sonora de ‘Gladiator’ desde la megafonía. Me pongo los tapones y el gorro. Ya no oigo nada de fuera, sólo siento más que nunca mi cuerpo. Cada paso por el asfalto retumba en mis oídos. Le digo a Alex que nos metemos al agua por la zona más cercana. No le gusta, está muy lejos de la salida, pero ese pequeño tramo viene bien para calentar. El agua está fría. Muy fría. Nos vamos acostumbrando a la sensación. La salida va a ser un caos, nadie está en la línea que marca desde dónde tenemos que salir. Nos damos lo últimos ánimos e indicaciones. A la boya directos.
De repente suena una bocina. Pienso ‘Joder, vaya salida’. Por las burbujas parece que estemos en un jacuzzi. Aunque además de burbujas hay manos, pies, cabezas, tipos en piragua. Vaya show. Meto la cabeza en el agua y empieza la fiesta. Manotazos por los lados, en los pies, alguno pasa cerca de la cara. Debajo del agua no se alcanza a ver ni las manos propias. De vez en cuando levanto la cabeza para ver la boya. Parece que no avance. Se me empañan las gafas. Nos empezamos a acercar unos a otros. Estoy cerca del primer giro. Levanto la cabeza para respirar y lo único que consigo es tragar un katxi de agua de mar. Consigo hacer el giro. Veo la segunda boya. Vamos a por ello. Llevo al lado a un tío con unas patillas gigantes. Meto la cabeza en el agua y lo siguiente que veo es un dedo gordo de pie a dos centímetros de mi cara. Por poco no me como un Frigopie.

Segunda boya. Ya hay menos gente alrededor. Sin entrenar no vamos a nadar como Phelphs. Empiezo a ver a la gente cada vez más lejos. Voy por mal camino. Trato de girar a la derecha. Cada vez que levanto la cabeza estoy más a la izquierda. ¿Cuándo acaba esto?. Derecha, derecha. Ya no llevo a nadie delante. Menos riesgo de patadas, pero voy sin estela. Me acerco a dos tipos, les paso por el medio. Sigo con el ritmo de movimientos: Brazo izquierdo, suelto aire, brazo derecho arriba, aire, cabeza abajo, brazo derecho abajo, piernas… ¿qué se hacía con las piernas?...
Veo a Rubén, aita, ama y demás en el muelle. Tengo que estar cerca. Veo una piragua a mi derecha, otra a la izquierda, giro a la derecha, ya estoy. Meto la cabeza debajo del agua para ver cuándo puedo hacer pie. Me incorporo. Aparece un tipo delante de mí con unos brazos como robles. Levanto el brazo y me saca del agua. Muchas gracias majo. Me quito las gafas y salgo pitando. Tengo que coger la bici. La gente va en fila de uno. ¿Pero qué hacéis?, tenemos que coger la bici. Rubén me dice que voy bien. Un tipo echa agua con una manguera. Me da en la cara, vaya puntería. Me quito el neopreno mientras corro. No encuentro la tira de la espalda. Saco los brazos, salpico agua a todo el mundo. 


Adelanto a tres tíos al entrar a boxes. Llego a mi bici. Gorro, tapones, gafas fuera. Me quito el neopreno, despacio, para no atascarme. Demasiado despacio. Casco, botas. Lento. Bici a la mano. A correr a la línea. Hay un tío en medio de mi calle. Lo veo claro, salto a la calle de al lado. Pitidos, una juez corriendo hacia mí. “No puedes cambiar de calle, eso nunca. Vuelve para atrás”. Pues nada, tres zancadas para atrás y salgo corriendo. Cojo a los de delante. Miro a sus pedales: carretera. Se van a parar. Veo el hueco y salgo corriendo. Salto y engancho los pedales. Me cuesta más de lo normal. Curveo, la gente dice que kontuz. Empiezo a adelantar a ciclistas. Repecho. Plato pequeño y de pie. Bajada. Plato grande, a tope. Aparece Alex. A rueda. Me tomo el gel. Bebo agua. Alex dice que aguantemos a rueda de un grupo de tres o cuatro. Van muy lento. Les dejamos. Aparece un tipo con acoples. Va como un tiro, sube los repechos atrancado con todo el desarrollo. Le aguantamos, a su rueda vamos de lujo. En contra pasan pelotones de ciclistas. Nosotros pasamos a todo el mundo. En la rotonda Alex casi se va a Gernika. Damos un par de relevos al compañero. Parece que le ayudan, porque su siguiente relevo es a 45 km/h. Va como una moto. Repecho, llegamos a un grupo. Alex tira para adelante, le sigo. Nuestro compañero va detrás. Aprieta en la bajada. Llano y repecho, vamos muy rápido. Se me van, le digo que tire. Dice que me ponga a su rueda. Aprieto los dientes, meto un piñón más grande. Joder, estamos subiendo en plato grande. De pie hasta ellos. Me queda una rueda, ellos ya bajan. Otro apretón para cogerles bajando. Llegamos al último repecho. Hilera de bicis. Pasamos a base de fuerza. Creo que hemos fundido al compañero. Alex adelanta a otro ciclista, que aguanta con la rueda, no me deja coger el sitio. Espero detrás. De pie, paso a los dos. Si no quieres ir detrás de mí, te quedas solo, amigo. Aguanto de pie en el repecho hasta que me falta el oxígeno en las piernas. Alex dice que menos. Ya solo queda bajar. Bajada de ciclocross, demasiada velocidad, no me la doy de milagro. Dejar la bici. Dejar el casco. Zapatillas de correr. Alex me da en el culo.


Salgo corriendo. Algo no va del todo bien, las piernas no me hacen caso. Quiero coger a Alex que me saca 20 metros, pero parece que no quieren, los gemelos se han cambiado el sitio con mis glúteos. Ánimos de ama, Maite, Rubén dice que voy bien aquí. Alex se va distanciando. Primera vuelta, cojo agua, ha acabado por salir el sol y hace calor. Me la tiro por encima. Bebo un trago. Tengo ganas de mear, al final he bebido demasiado. Vamos, vamos. Segunda vuelta. Venga, venga. Aprieto un poco, parece que paso a la gente. Ánimos de nuevo. Ya llego. Recta de meta. Me dan una bolsa, la cojo. Alex está sentado. Nos damos la mano.
Y, de repente, la calma…


Cerveza, agua. Aparece Rubén y nos da la enhorabuena. Fotos. Besos. Qué sensación, ya somos triatletas.

2 comentarios:

  1. Zorionak!! ya sois triatletas!!! a ver si le pillais el gustillo y nos vemos en mas pruebas!!!
    Un saludo. Alvaro

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  2. Sois unos máquinas señores!

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