La jornada comenzó el sábado sobre las 11 de la mañana. Para esa hora ya estaba todo preparado en Mozares alrededor del local de la Asociación Cultural Recreativa Amigos de Mozares. El banco, la báscula, las cazuelas, todo estaba en su sitio. Los cuchillos se repasaron con la lima para tenerlos bien afilados. Con un poco de retraso llegó el animal, un ejemplar que rondaba los 100 kilos. Se preparó la "cama" de paja y helechos para chamuscarlo y raspar la piel. Para esta hora todo el mundo había degustado las pastas típicas con un vasito de mistela o incluso un sorbito de orujo.
Después se procedió a destriparlo, proceso que se hace con sumo cuidado para no derramar la porquería. Esas tripas serían las que más tarde se limpiaron y prepararon para hacer las morcillas, proceso algo ingrato pero que nos da uno de los manjares más afamados de esta zona de las Merindades.
Para contrarrestar el frío se repartió caldo caliente a todos los visitantes. Después de limpiar al cerdo, una vez abierto "en canal", se dejó que reposara 24 horas al frío como marca la tradición. Las morcillas y el "panzo" (el estómago del animal relleno del "mondongo" de las morcillas) se cocieron por la tarde, y no fue hasta llegada la noche que estuvieron listas.
El domingo, algo más tarde de las 11 y media para esperar a los perezosos, se pesó al cerdo con la típica romana y la ayuda de dos voluntarios que la sujetaron. Se prosiguió "saticando" al animal en las diferentes partes que tanto conocemos: lomos, solomillos, mantecas, panceta, carrilleras, el escondido secreto, todo se colocó en un mostrador a la vista de todos. Este año, como novedad, cada parte se mostró con un pequeño cartel para que todo el mundo identificara la carne con su nombre. Además, se mostró un panel con el despiece del cerdo, y los más pequeños pudieron ponerse a prueba con un puzzle que recreaba este mismo despiece.
Se preparó la carne para chorizos y salchichones y se pasó por la máquina picadora. Algún visitante de los más jóvenes incluso se animó a participar moviendo la manivela. Después de picarla se aderezó con las especias pertinentes: los salchichones un combinado de especias, pimienta y vino blanco; y los chorizos pimiento choricero picado, pimentón, sal y ajo picado.Después se dejó reposar un día.
Además, mientras tanto, todo el que se acercó a Mozares pudo degustar los productos típicos resultantes del proceso, no faltaron la morcilla, la panceta o el chorizo.
El lunes se rellenaron los chorizos y salchichones y durante los próximos meses se curarán gracias al frío y al humo de la cocina donde se guardarán.
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